En la década de los 70, marcada por la crisis del petróleo, se gestó una revolución en la investigación de combustibles alternativos. Este período impulsó el desarrollo de vehículos eléctricos y la utilización de hidrógeno como combustible. Lo que pocos conocen es que, en esos años, un inventor español, Arturo Rufino Estévez Varela, presentó el primer motor de hidrógeno, aunque fue pronto considerado una estafa.
Estévez, un inventor reconocido desde los años 30, captó la atención al recorrer pueblos con una motocicleta que funcionaba con agua. Su método consistía en verter agua en el tanque de la moto después de beber de una botija, utilizando un «generador de hidrógeno» que él mismo había inventado y patentado.
La demostración atrajo la atención de los medios y del gobierno español, que nombró una comisión para evaluar el «motor de agua». Estévez afirmaba que con solo 4 litros de agua, su motor podía recorrer hasta 900 kilómetros, utilizando unas «piedras» secretas para liberar el hidrógeno del agua.
La comisión concluyó que el material secreto era boro y que el motor era inviable económicamente debido al alto costo del boro. A pesar de intentar vender la patente a un empresario, Estévez fue objeto de una demanda por fraude al no demostrar la efectividad de su motor.
Aunque el motor de Estévez resultó ser inviable, la tecnología actual de motores de hidrógeno se enfoca en pilas de combustible y motores de combustión más eficientes y ecológicos. Empresas de todo el mundo exploran estas tecnologías para lograr una movilidad sostenible.
Fuente: lagradaonline.com